Un análisis de Esperando a Godot de Samuel Beckett

Un análisis de Esperando a Godot de Samuel Beckett

Esperando a Godot regresa ahora a la cartelera de Barcelona debido a que se cumplen 30 años de la muerte de su autor.

La Sala  Beckett de Barcelona ha preparado un ciclo de Samuel Beckett para homenajearlo en el treinta aniversario de su muerte y, por eso, en Espectáculos BCN hemos querido rendir homenaje a este escritor irlandés reflexionando sobre su obra más conocida (y más representada).

Aquí dejamos un análisis de Esperando a Godot para comprender mejor esta obra que asentó las bases para la creación del denominado teatro del absurdo.

Breve introducción esta obra de Samuel Beckett

Samuel Beckett presentó En attendant Godot (Esperando a Godot) en el año 1948 aunque se publicó en el 1952. Es la obra más famosa de este autor irlandés y, a veces, cuenta con el subtítulo de «Tragicomedia en dos actos». Se trata de una obra que se enmarca dentro del teatro del absurdo y que se divide en dos actos protagonizados por Vladimir y Estragon, dos vagabundos que esperan la llegada de Godot.

Es la obra más conocida de Beckett y, aunque la trama parezca no tener ninguna acción relevante, lo cierto es que no deja de ser un reflejo de lo absurdo de la vida, una vida en la que cada día es exactamente igual que el anterior y en el que nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. Una trama que aunque parezca simple, lo cierto es que esconde una de las máximas del existencialismo: ¿para qué vivimos?

Con Esperando a Godot, Samuel Beckett inauguró su carrera como autor teatral. Fue la tercera vez que el autor intentaba adentrarse en el mundo del teatro y fue gracias a esta obra que se pudo subir sobre un escenario. Y su estreno teatral fue apoteósico: Beckett causó una gran revolución en la época ya que apostaba por un teatro nuevo, diferente y en el que aparentemente «no pasaba nada». Porque acción, hay poca en esta obra. Lo que hay es mensaje, es contenido, es el planteamiento de la vida misma presentado de un modo absurdamente real.

En este análisis de Esperando a Godot es imprescindible mencionar la huella del existencialismo y es que Beckett habla sobre 2 de los grandes temas de esta corriente: la falta de significado de la vida  y el tedio que se siente por el mero hecho de vivir. Una apuesta de teatro que podría llamarse hoy en día «minimalista» debido a que tanto el espacio como el uso de pocos personajes marcó una nueva forma de hacer y entender el teatro. 

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Breve análisis de Esperando a Godot 

En esta obra de Samuel Beckett conoceremos a dos personajes principales que están en un lugar casi desértico esperando a un tal Godot. Lo esperan sin saber muy bien por qué, lo esperan porque les toca esperarlo aunque ni siquiera recuerden cuál era el motivo de su reunión. Y esta interminable espera es la obra de teatro.

Aunque a simple vista parezca que este argumento no esconda nada de especial, lo cierto es que es una obra cargada de significado. El público asiste a escenas repetitivas, a conversaciones que ya han tenido lugar y a un estado como de ensoñación constante en el que los personajes no saben si lo que viven es real o es soñado. Ante este planteamiento tan agobiante, resuena en todo momento la misma idea: la vida carece de significado.

Y, para rellenar el tiempo muerto, para que los personajes puedan sentir que existen y que están vivos, van realizando algunas acciones breves e igualmente absurdas que les sirven para rellenar su tiempo, su espera. Escenas plagadas de comedia y en las que se incluyen juegos de sombreros que tienen un cierto aire a obras de los Hermanos Marx y otros clásicos de la comedia como sería Charles Chaplin.

Son muchos los análisis de Esperando a Godot que se han hecho a lo largo de la historia y, para algunos críticos, Godot era la representación de Dios ya que nunca termina por aparecer y la espera de los dos vagabundos es una espera sin sentido lógico alguno (esta teoría parecía estar respaldado por el hecho de que «Dios» en inglés es «God»). Sin embargo, este análisis fue descartado por su propio autor que indicó que el nombre del personaje derivaba de la palabra francesa «godillot» que en el lenguaje coloquial francés significaría «bota».

Pero aunque el argumento no sea lo más importante en esta obra teatral, sí que podemos ahondar en la profundidad de su mensaje al fijarnos en los símbolos que hay sobre el escenario:

  • Un árbol: es el elemento que simboliza la condena a la que estamos sumidos los humanos. Durante la obra, los personajes se plantearán la posibilidad de usar las ramas del árbol para suicidarse. Pero, además de la condena, también simboliza la redención ya que, en el segundo acto, al árbol le han salido hojas, es un árbol con vida.
  • Un espacio vacío con un camino: nadie sabe de dónde viene el camino ni a dónde va. Ni siquiera los personajes saben exactamente dónde se encuentran.
  • El anochecer: la caída de la noche es algo inevitable y que ocurre día tras día, una noche que simboliza la oscuridad, la dificultad que tenemos para poder encontrar la salida a este ciclo eterno que nos hace repetir día a día exactamente lo mismo.

En este escenario tan desnudo, los dos personajes se encuentran en la más absoluta soledad, aunque estén acompañados, una soledad que se hará más evidente cuando intenten comunicarse y vean que no son capaces de entenderse, de seguir un diálogo razonado, de poder hablar. Una espera plagada de silencio y sinsentido que la justifican con la llegada de un tal Godot del que ni siquiera saben qué cara tiene.

Toda la obra de Esperando a Godot refleja planteamientos filosóficos que se mueven dentro del existencialismo y en el que el ser humano parece haber sido arrojado a la vida sin ningún sentido y completamente abandonado. Un mundo carente de lógica y donde hay una amenaza constante: la muerte. Y, ante esta situación tan desesperante, los personajes solo pueden hacer una cosa: esperar a Godot. Así su vida tiene un sentido, una justificación, una meta. Es la única forma de no volverse loco.

En Esperando a Godot asistimos a la inacción como forma de acción. Una obra en la que los personajes no hacen otra cosa que intentar «matar el tiempo» mientras esperan a alguien que, en el fondo, saben que nunca llegará.

Resumen de Esperando a Godot 

Ahora que ya hemos conocido el análisis de Esperando a Godot, vamos a resumir la obra para poder entender bien cuál es el argumento. Como hemos comentado, la obra está dividida en 2 actos protagonizados por dos vagabundos: Vladimir (Didi) y Estragon (Gogo). Se encuentran en un camino vacío, casi desértico, donde solamente hay un árbol. Se reencuentran por la mañana y no terminan de recordar si ayer también estuvieron: tienen la mente nublada y los recuerdos dispersos. Pero tienen muy claro que han venido a hacer: esperar a Godot.

¿Quién es Godot? No lo sabemos ni ellos tampoco. Pero les suena que es alguien que les puede solucionar la vida y hacer que vivan mejor, al menos, que duerman en una montaña de paja y tengan la barriga llena de buena comida. Pero ni recuerdan su cara, ni siquiera saben a ciencia cierta si ese es el lugar en el que deben esperar. Pero ellos esperan. Esperan porque ¿qué más pueden hacer?

Intentan hablar pero no serán capaces de comunicarse ni de entenderse y no saben qué más hacer para entretener su espera. Entonces, llegará Pozzo, un hombre que llevará a su criado Lucky atado con una cuerda. Un hombre adinerado, cruel y enérgico que, pese a que intentará mantener una apariencia de seguridad y determinación, vivirá en el mismo vacío existencial que los otros personajes. No sabe hacia dónde se dirige, solo sabe que tiene que seguir hacia adelante. Pero pasa un rato con los dos personajes para entretenerlos (y entretenerse) en este hastío incesante que es la vida.

El primer acto se cierra con la llegada de un niño que comunica a los personajes que hoy Godot no podrá ir pero que mañana seguramente vendrá. Los dos protagonistas deciden regresar al día siguiente para encontrarse, de una vez con todas, con Godot.

El segundo acto de Esperando a Godot plantea la misma estructura: los dos protagonistas se reencuentran en el mismo escenario con las mismas dudas sobre si ayer estuvieron allí o no. Pero, esta vez, hay rastros de su presencia y del paso de Pozzo y Lucky, por tanto, los dos personajes empiezan a ser conscientes de lo que está sucediendo aunque sigan sumidos en un mar de dudas y de incertidumbre.

Vuelve a aparecer Pozzo pero, esta vez, está ciego y Lucky mudo. Solo ha pasado un día pero, en este día, las cosas han cambiado de forma muy profunda. El niño volverá a aparecer y negará que el día anterior hubiera aparecido, algo que refleja que todas las personas del mundo viven en esta paradoja y esta confusión constante.

La obra finaliza de la misma forma que el acto primero: los dos vagabundos se despiden al caer la noche prometiéndose que al día siguiente volverán a reunirse en el mismo lugar para esperar a que llegue Godot. Y la posibilidad de suicidarse la tienen en la mente pero, si eso, ya mañana…

Frases de Esperando a Godot 

Y para terminar este análisis de Esperando a Godot terminaremos resumiendo algunas de las frases más destacadas de esta obra teatral y que son un gran reflejo de todo lo que hemos analizado y observado.

Las lágrimas del mundo son inmutables. Por cada uno que empieza a llorar, en otra parte hay otro que cesa de hacerlo.

Hemos acudido a la cita, eso es todo. No somos santos, pero hemos acudido a la cita. ¿Cuántas personas podrían decir lo mismo?

¿No ha terminado de envenenarme con sus historias sobre el tiempo? ¡Insensato! ¡Cuándo! ¡Cuándo! Un día, ¿No le basta? , un día como otro cualquiera, se volvió mudo, un día me volví ciego, un día nos volveremos sordos, un día nacimos, un día moriremos, el mismo día, el mismo instante, ¿No le basta?

Todos nacemos locos. Algunos siguen siéndolo.

La llamada que acabamos de escuchar va dirigida a la humanidad entera. Pero en este lugar, en este momento, la humanidad somos nosotros, tanto si nos gusta como si no. Aprovechémonos antes de que sea demasiado tarde. Representemos dignamente por una vez la calaña en que nos ha sumido la desgracia.

He aquí al hombre íntegro arremetiendo contra su calzado cuando el culpable es el pie.

Siempre encontramos alguna cosa que nos produce la sensación de existir.

¿Habré estado durmiendo mientras los otros sufrían? ¿Estaré durmiendo en este momento? ¿Qué diré mañana, cuando crea despertar, de este día?

Hay tiempo para envejecer. El aire está lleno de nuestros gritos. (Escucha.) Pero la costumbre los acalla.

Bibliografía consultada

  • Beckett, S. (2017). Esperando Godot. Editora Companhia das Letras.
  • Rozik, E. (1999). La metáfora escénica en’Esperando a Godot’de Samuel Beckett.
  • Contreras, J. J. (2006). Esperando a Godot: Revelando el sentido sinsentido en la posmodernidad. Acta literaria, (32), 115-128.

 

Elia Tabuenca Elia Tabuenca, licenciada en Filología Hispánica por la UNED, con un máster en Periodismo Digital en ESNECA. Vivo en Barcelona y trabajo como periodista cultural. Soy dramaturga y directora de la compañía LetrasConVoz y Laberinto Producciones, me encanta el teatro, la literatura y la música. Llevo más de 10 años trabajando en el sector digital, compartiendo los lugares que más me gustan de Barcelona, así como ofreciendo críticas teatrales, crónicas de conciertos, opiniones de libros y cubriendo las noticias culturales de la ciudad. Tengo un podcast cultural en Spotify titulado "Rumbo a la Cultura" donde ofrezco información quincenal sobre los eventos culturales más destacados de la ciudad. Ver mi Linkedin

Un comentario:

  1. Carmen Cecilia Maza Burelos

    Un agradecimiento a éstos comentarios hayuda a despejar algunas dudas gracias

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