Nota: 8.5 sobre 10
¿Qué pasaría si perdiéramos nuestra alma? ¿Si no supiéramos dónde está? Estaríamos vacíos, inmutables, como pedazos de carne que se pasean por el mundo pero sin capacidad para reflexionar, para amar, para vivir…
Esto es lo que le ocurre a la protagonista de «Broken heart story» (interpretada por Carla Torres), una mujer que ha decidido ponerse un bigote porque, con él, le va la vida mucho mejor. Su alma, interpretada por Patrícia Mendoza, se ha escondido para protegerse del mundo, para protegerse del dolor y quedarse arrinconada en un lugar en el que no sea fácil acceder.
Esta es la presentación tan poética y original de «Broken heart story» que podemos ver en La Villarroel. Una pieza teatral en la que, mediante la metáfora, el humor y el surrealismo se consigue explicar una historia que, tal y como apunta el nombre, nos habla de un corazón roto. Una historia con la que todos nos podemos sentir identificados, en mayor o menor medida, porque no solo nos habla del amor sino del desengaño, del choque de bruces con esa realidad en la que se pierde la inocencia de la niñez para encontrarte con la maldad, el engaño, los abusos, la falta de liberta, de independencia…
Alma nos narra su historia desde los inicios de su vida para que, así, entendamos por qué ha terminado desapareciendo, por qué la protagonista ha optado por encerrar a su alma y no vivir más con ella. Una historia explicada de una forma sorprendente, divertida, en la que hay momentos realmente surrealistas (como, por ejemplo, el acertadísimo número musical) y que, al final, es capaz de conmovernos con un final imponente que nos hace temblar desde la butaca.
«Broken heart story» cuenta, también, con la actuación de otros personajes que interpretan a diferentes personajes de la vida de la protagonista: sus padres, la gata, el vendedor de coches, el amado… Todos los actores (Pepo Blasco, Vero Cendoya, Patrícia Mendoza, David Menéndez, Carmela Poch y Carla Torres) están sobresalientes en su papel aunque, el día del estreno, Vero fue la menos acertada, sin embargo, supongo que los nervios le jugaron una mala pasada porque su porte en escena era bueno.
Quiero destacar de forma especial a David Menéndez, un actor que cada vez es más conocido en el panorama de nuestro teatro y que, realmente, ¡se lo merece! Su versatilidad, su expresividad y su entrega hacen que, tanto en momentos de humor, como de amor o de tragedia, haga un trabajo sincero, real y humano. Chapó.
Pero (siempre hay un «pero») en Broken heart Story de La Villarroel hay algo que afecta al ritmo narrativo. Y, es algo que es totalmente subjetivo y personal, lo sé. Para mí, hay excesivos momentos surrealistas, demasiadas salidas de tono que hacen que, en muchas ocasiones, el público esté un tanto perdido. Al final todo se entiende, todo termina creando una narración lógica pero, durante el transcurso de la historia, hay momentos que rompen con el ritmo y con la metáfora.
Por ejemplo, el que más vi «metido con calzador» es la escena de metateatro en la que los dos actores aparecen tomándose una cerveza. Es una escena divertida, sí, diferente, también, pero hace que el espectador aún ande más perdido. Despista, distrae y, a la larga, no aporta nada a la historia que se nos narra. Demasiada voluntad de ser «modernos», esa es la sensación que me dio cuando vi esta escena y otras que también despistan.
Sin embargo, pese a estas escenas que pueden interrumpir levemente la trama, lo cierto es que Broken heart story es una obra diferente, poética y cercana. Porque a todos nosotros nos han hecho daño alguna vez, quizás no ha sido nadie en particular, quizás solo ha sido el mundo que nos ha herido, pero seguro que, tras la sangre, hemos querido volvernos de hierro, apartar a nuestra alma e intentar seguir sin ella, para protegerla, para protegernos.
Y esa historia tan nuestra, tan personal, se narra en «Broken heart story» de una forma sorprendente.