El Teatre Lliure nos ha ofrecido una maratón de Shakespeare que, a primera vista, puede parecer abrumadora… pero que ha resultado ser una gozada desde la primera pieza hasta la última. Todas las obras de William Shakespeare, en formato de una hora, con un narrador y objetos cotidianos sustituyendo a los personajes.
La complicidad que se creaba entre el narrador o la narradora y el público era inmediata. El narrador se sentaba tras la mesa, miraba al público y retiraba un cartel de cartón donde, a mano, alguien había escrito el nombre de la obra que se iba a representar. Esa mirada ya conseguía captar la atención de todo el mundo.
Lo que venía después era una fiesta. Cada obra ha sido dramatizada para que su duración sea de una hora (las obras más largas, se hicieron en dos horas: parte I y parte II). La dramatización ha mantenido los elementos claves de cada argumento principal y ha mantenido los argumentos secundarios. A pesar de que el lenguaje se había actualizado, en algunos momentos, aparecía el verso de Shakespeare, en pequeñas pinceladas que nos recordaban que, si alguien se merece una maratón, es él.
Los actores y actrices nos han deleitado con su narración, y con su interpretación. Cada narrador ha sido capaz de interpretar todos los personajes, con sus miradas, gestos, entonación… apoyándose en los objetos que tenía sobre la mesa. Un juego cómplice que atrapa desde el principio.
La selección de objetos, muy acertada, dejaba traslucir un humor muy fino y lleno de ironía, y ha provocado más de una risa. Y la adaptación de cada obra, incluso de las más dramáticas, también ha bebido de esta ironía y socarronería. Un humor inteligente que siempre estaba allí, en los dramas, de forma más sutil… en las comedias, de forma muy evidente.
Todos los actores y actrices han sido excelentes. Escoger entre Robin Arthur, Nicki Hobday, Jerry Killick, Richard Lowdon, Cathy Naden o Terry O’Connor sería injusto, porque todos nos han mostrado que el teatro inglés tiene gran calidad y sabe arriesgar para ofrecer siempre algo más al público, algo diferente, algo atrevido… La dirección de Tim Etchells ha permitido que cada obra discurriera como una seda… y que, incluso hubiese alguna participación del público. “And Petruccio said: Kiss me…”… “Kate!” dijo alguien entre el público… “Yes, Kiss me, Kate!”
El Teatre Lliure ha acertado de lleno trayendo a la Compañía Forced Entertainment y su maratón de Shakespeare. Un juego teatral que nos ha permitido acercarnos a un teatro hecho de forma diferente y de gran calidad.
Como creemos que sería mucho pedir que vuelvan el año que viene, proponemos que el Teatre Lliure nos vuelva a ofrecer una maratón de Shakespeare dentro de dos años… y puestos a pedir… ¿y si alguien se atreve a hacer algo parecido con nuestros autores?
Complete Works: Table Top Shakespeare en el Teatre Lliure es una experiencia que queremos repetir.