Nota: 8.5 sobre 10
La Conferencia de Wansee es una de esas obras de teatro que cuesta aplaudir. El montaje es excelente, la ubicación es perfecta, la interpretación es increíble… pero el texto es tan duro y escalofriante que el público no sabe si aplaudir o no ante lo que acaba de oír. La Conferencia de Wansee es una recreación de la reunión real entre quince mandatarios nazis que discutían cuál era el mejor método para acabar con la “cuestión judía”. Una reunión con un único objetivo “perfeccionar la solución final… per acabar amb la qüestió jueva”.
Los diálogos que oímos en esta recreación son reales. Son los diálogos que se oyeron en esa conferencia. Las palabras, durísimas, frías, descarnadas, sin un ápice de sentimiento… nos golpean una y otra vez. Como un “guante que parece hecho de agujas”, como el frío que rodeaba la reunión en esa reunión en pleno invierno.
La dirección de Pavel Bsonek consigue que la conferencia no sea un montaje estático y tenga vida.
“No m’agradaria que les SS s’interesessin per vostè” le dice Heydrich a Stuckart. En la reunión se reflejan los juegos de poder, la batalla por conservar la parcela de poder y de fuerza de cada uno. El lenguaje es muy cuidado. Todos van con pies de plomo, nadie quiere ser acusado de blando, ni de amante de los judíos, ni de traidor a Hitler ni a la raza aria. Y todos acaban sabiendo quién manda y quién decide. Un juego de política y guerra que juega con millones de personas que, para esos dirigentes, solo son una subespecie sin valor. “Deportar? Eliminar? No és el mateix?”
Los judíos son solo “material que entra nu, com si anés a prendre una dutxa”, en las cámaras de gas. “El mètode no importa, buidem els nostres guetos!”. “Com molt bé sap el Major Lange, el gas és molt més eficaç”. “Esperem poder-ne processar 2000 per hora!”
Los participantes en la Conferencia de Wansee eran jóvenes “homes influents, cultes i, la gran majoria, amb una educació refinada… i molt ambiciosos”. Gente culta, educada, capaz de hablar de asesinatos en masa sin que les tiemble la mano.
Carles Goñi, Josep Perez-Ocaña, Òscar Intente Soler , Roger Batalla, Lluís Ruf, Jordi Gràcia Vallès, Carlos Martinho, Edgar Moreno, José Ángel Rico, José Tobella, Miquel Simó, Xavier Pàmies, Sergi Marcos e Ignasi Guasch son los intérpretes de esos dirigentes nazis. Y saben transmitir muy bien la frialdad, la dureza, la seguridad que tenían en lo que estaban haciendo, la falta de empatía… vestidos con traje y corbata, llegan a provocar escalofríos. Si hubieran ido vestidos con uniformes nazis, nos habrían provocado terror. La caracterización, con peinados de la época, marca más aún la diferencia con nosotros.
El montaje, que mezcla la reunión más oficial con conversaciones más privadas, no deja nunca de sorprendernos por el horror que transmiten las palabras de los conferenciantes. Grupos pequeños van desfilando delante nuestro, de dos en dos, o de tres en tres, para mostrarnos la cara aún más repugnante de aquellos dirigentes que pretendían que “la historia ens enaltirà”. La dirección de Pavel Bsonek consigue que la conferencia no sea un montaje estático y tenga vida.
El escenario, un salón espléndido de La Casa de la Seda, podría ser el salón donde se reunieron. Unas pocas mesas iluminadas, a diferentes alturas, para que todos los presentes sean visibles para todos, crean una sensación de amplitud y solemnidad. Un pequeño buffet al fondo, con bebida y comida para los nazis, completa el decorado. No es necesario nada más.
Oriana Bonet, la única mujer, es la narradora que nos introduce en la reunión, nos sitúa en el tiempo y en el espacio… y cierra la reunión, con una narración de lo que ocurrió con cada uno de los asistentes. Y nos recuerda que aquel horror pasó y no debemos olvidarlo. Que debemos recordarlo. Es nuestra historia y, nos guste o no, forma parte de nosotros.
“(Els jueus) tenen un infern? – Ja els l’oferirem!”