Por Alba Tabuenca
“Aquellos días azules” es la historia de tres treintañeros que reviven su infancia, una infancia en la Barcelona de los ochenta en la que “miliquitulilapotinga…anysianyspermoltsanys…lacabralacabralapu…”, las rodilleras, los triangulitos de Nocilla y el jugar a la pelota eran lo más. Un sinfín de recuerdos almacenados en lo más profundo de la memoria que hacen del espectáculo una fiesta alegre y cínica. El que a uno siempre le tocase ser “azúcar” en los juegos y que no le supusiera otra reflexión que el poder hacer lo que quisiera sin consecuencia alguna…
Los tres actores de Aquellos días azules, espectáculo de Círcol Maldà, se marcan un papelazo: el margi, el pijo y el listillo. Las caras hablan. Los gestos magníficos. Y… además ¡CANTAN! ¿qué es esto? ¿un musical? ¿un extraño cabaret? ¿una obra? Todo es una sorpresa. Música en directo: instrumentos y voz. Actuación espléndida. Un resultado muy conseguido. La relación entre ellos es muy auténtica «¡En mi cole pasaba eso!«, piensa el público todo el rato. Las risas no paraban. La emoción no terminó. ¡Todo un espectáculo!
El ritmo que consiguen ya desde el primer momento que pisan escena es un sin parar. Todo pasa veloz, como los niños que siempre tienen prisa, que siempre van corriendo. Y de repente, el foco ilumina a uno de ellos que nos alumbra con una canción, una poesía, una reflexión…
La nostalgia, la alegría y la risa inundan el teatro desde que entras hasta que sales. Aquellos días azules es la obra de teatro perfecta para los que nacieron en la Barcelona de los ochenta.