Crítica de Elia Tabuenca
Nota: 8.5 sobre 10
El rei Lear de de Lluis Pasqual vuelve al Teatre Lliure después de que esta producción ganara el Premio Ceres de Teatro 2015 y fuera la gran triunfadora en la pasada edición de los Premis Butaca. Con un elenco de lujo y una puesta en escena rompedora, esta obra de teatro de Barcelona regresa para que recuperar este clásico de Shakespeare con tintes contemporáneos.
Una obra que dura más de 2 horas y media es difícil de evaluar en pocas palabras pues, durante el transcurso de la misma se viven muchos momentos, muchas escenas y muchas emociones. Pero si tenemos que hacer un cómputo global de este espectáculo, tan solo diremos una cosa: sorprendente. ¿Por qué? Porque un clásico como Shakespeare está tratado de un modo totalmente rompedor, con una puesta en escena minimalista y un montaje en el que lo que más protagonismo tiene es, sin duda alguna, el trabajo actoral.
En El rei Lear del Lliure vemos a una Núria Espert que pasa por diferentes fases: grandilocuente, asustada, loca y vencida. Y, la verdad, es que la emoción que llega a transmitir con su interpretación, con su gestualidad y con su posición corporal es alucinante. Con ya 80 años, esta gran actriz consigue moverse por el escenario con la misma agilidad que si tuviera 15, encarnando la tragedia de Shakespeare y la locura como pocos otros podrían haber hecho. Por eso, por su enorme trabajo, Espert ha conseguido ganar premios como el Butaca a la Mejor Actriz 2015.
Pero la energía, la presencia escénica y la emoción de Julio Manrique no tiene parangón. En esta producción Manrique consigue demostrar, una vez más, su gran calidad artística, no solo por su manera de transmitir los mensajes, que es única y emocionante, sino también por su presencia sobre el escenario. Cuando él está en escena, no hace falta ni luz, ni sonido ni nada que lo envuelva. Él solo basta. Y, evidentemente, el fiel escudero Kent (interpretado por Ramon Madaula) también hace un trabajo espectacular. La manera de metamorfosearse que tiene delante del público es asombrosa y, realmente, asistes en primera persona a un cambio de rol 100% creíble.
Este espectáculo de Barcelona comienza con la división de las tierras en tres por parte de Lear y repartidas entre sus hijas. Este es el momento cúspide en el que la tragedia comenzará a acechar sus vidas. En la época isabelina, la concepción del universo que había era muy distinta a la de ahora y se consideraba que la naturaleza, la política y el ser humano estaban estrechamente vinculados. Es por este motivo por el que un eclipse es el motivo natural que comienza a girar las ruedas de la fortuna haciendo que todos los personajes de la obra de teatro comiencen a actuar de manera indecorosa y desnaturalizada: padres contra hijos, hijos contra padres, hermanos contra hermanos… Todas las leyes que rigen el mundo, de repente, se cambian por completo consiguiendo, así, el derrumbe de Lear y de todo su imperio.
La adaptación que vemos en el Lliure de este clásico literario cuenta con una puesta en escena diferente. Todo transcurre en un pasillo adaptado en el centro del teatro y, desde allí, acudimos a todas las escenas de la tragedia con tan solo un elemento de atrezzo: unas tablas del suelo que se elevan o descienden. Una propuesta arriesgada que, a mí personalmente, no terminó de convencerme. Creo que es incómodo tanto para los actores como para los espectadores crear este tipo de escenografía pues, en ocasiones, parecía que la obra descendía el ritmo para esperar que el mecanismo volviera al suelo.
Lo que sí que encuentro todo un acierto son los efectos sonoros hechos con las voces de los guardias de Lear; incluso, se atreven a producir el efecto de la lluvia con unos instrumentos que le daban calidez y ambientación al momento de la tormenta. Realmente fue toda una sorpresa y un acierto esta sencillez escénica que le aporta un toque artístico e inigualable a la obra.
La obra El rei Lear que se puede ver en Barcelona recupera la tragedia de Shakespeare adaptándola al teatro actual pero sin perder ni un ápice de la tragedia, la locura y la caída del héroe que el dramaturgo inglés quiso dibujar. Una obra desgarradora que muestra hasta dónde puede llegar la maldad humana cuando el poder y la riqueza se meten en medio.