Por Elia Tabuenca
Nota: 10
Sí, un 10: no se me ha ido la cabeza. La obra de teatro Juicio a una zorra interpretada por Carmen Machi se merece un 10 y casi un 11 si me apuras. ¿Por qué? Porque se trata de una obra que habla sobre la memoria histórica, sobre la dignidad, sobre el amor y sobre el poder. Helena de Troya revive bajo la piel de Machi para proponernos, retarnos, a que la juzguemos ahora, después de escuchar su historia. El resultado es una pieza emocionante, humana y de brutales pasiones que hacen que se te remuevan los sentimientos y termines de pie, aplaudiendo con fuerza, hasta que las manos se pongan rojas de tanta efusividad. Y no es para menos.
Y Carmen Machi está ESPECTACULAR. No hay otra manera de describir lo que consigue durante esta hora que dura esta obra de teatro. Intercala momentos de humor, de drama clásico, de locura y de tristeza absoluta en un vaivén de sentimientos que, aunque parezcan muy dispares, terminan confluyendo el uno con el otro convirtiéndose en una maraña de emociones con las que todos nos sentimos identificados. La manera que tiene de pasar del llanto a la risa, del drama al guiño irónico es, realmente, magistral. En ningún momento se la ve forzada, la naturalidad es el segundo apellido de Carmen Machi en Juicio a una zorra. Y poco hay de natural en la historia de una mujer que nació de huevo y, además, ¡azul!
Pero ella no es la única protagonista de este espectáculo de Barcelona. Sobre el escenario solo está ella, sí, pero también está una prosa poética del más alto nivel, unas construcciones verbales que te erizan la piel, unas verdades absolutas lanzadas con rabia pero también con la delicadeza de una literatura bien escrita. Miguel del Arco es el coprotagonista de esta obra, el encargado de explicar la historia de la bella Helena en voz y cuerpo de Carmen Machi. Miguel del Arco es el autor y director de Juicio a una zorra, una obra con la que muestra su enorme talento, su exquisitez literaria y su profundo saber hacer teatral.
Es una pieza exquisita, la mires por donde la mires. Los efectos sonoros dan dramatismo a los momentos más intensos, las luces ensalzan esos momentos de tristeza, lucha o rabia y el atrezzo, una puesta en escena sencilla pero estéticamente impresionante. La poesía que se llega a lograr en algunos momentos con una sola botella de vino y el vestido rojo de Helena es digno de un artista plástico.
Tengo que admitir que hacía tiempo, mucho tiempo, que no iba a ver una obra de teatro en Barcelona que me removiera desde adentro. Y Juicio a una zorra lo ha conseguido. Todo el teatro en pie, los ojos de la gente vidriosos de la emoción y una Machi ovacionada. Espectacular, de verdad, espectacular.