Crítica de Laia Ruiz
Reserva entradas para Los Vivancos en BCN
Nota: 7.5 sobre 10
Ayer, por fin, vimos a Los Vivancos en acción. Y de eso, no cabe duda, porque acción no falta en este espectáculo, yo diría, casi circense. Son siete hermanos, de los 39 hijos del bailaor y músico Pedro Vivancos. Bailarines excepcionales que se nota que han trabajado duro y que derrochan energía en cada taconazo, en cada giro, en cada salto.
Aeternum es difícil de definir y de encasillar. Mezcla flamenco, con acrobacias, artes marciales, ballet, tap dance… el resultado: una explosión de luz y de color, con unos prodigiosos bailarines que, a ratos, quedan demasiado caricaturizados entre tanto disfraz y tanto ruido. No, no pongo en duda la calidad musical de las piezas escogidas, algunas de ellas grabadas por la Orquesta de Budapest, pero parece que las hayan cogido con furia y fusionado con rock, percusiones, flamenco… y un poco de mal gusto. Hay momentos en los que no se aprecia el mágico repiqueteo de las castañuelas, ni ese sonido castizo del zapateado de estos siete magníficos, sino sólo un ruido tremendo que por querer englobarlo todo, no suena a nada y no se define.
El argumento, si es que tiene, tampoco conseguí descifrarlo. Me parece una pena que un espectáculo que podría ser de 10, se convierta en un show un tanto pretencioso, con demasiados parones del tipo «tachán, ahora me aplaudes».
Pese a esta tendencia algo exhibicionista, que según mi opinión, es causa de una mala puesta en escena, un guión flojo y un mal asesoramiento artístico, no de unos malos artistas -que eso no creo que pueda decirlo nadie-, puedo aseguraros que la actuación de Los Vivancos es original, excepcional, de calidad, que me alucinó (literalmente). Pero si le quitaran algunos elementos superfluos y nos dejaran apreciar más el baile en sí, creo que sería prodigioso. De hecho, en los números más «simples» vemos la auténtica grandeza de esta estirpe.