Crítica: PEEPING TOM Moeder

Nota 4 sobre 10

Situados en el ambiente escénico de una película de terror de serie B, en una especie de museo-paritorio, de estética intencionadamente cutre, así comienza Moeder, que significa madre. Es la segunda entrega de una trilogía, que la compañía de danza belga, Peeping Tom, fundada en el año 2000, por Gabriela Carrizo (Argentina) y Frank Chartier (Francia), comenzó con Vader, (Padre, en 2014), y que culminará con Kinderen (hijos).

La muerte de la madre es el detonante para una reflexión acerca del nacimiento y de la muerte, como simbólicos polos opuestos que se tocan. El dolor del parto, y el dolor de la muerte de la madre, como generadora de vida, se sitúan en un mismo plano. Los sentimientos de angustia y de vacío son analizados profusamente, mediante unos diálogos bastante absurdos y situaciones oníricas, en un ambiente familiar enrarecido y macabro.

Moeder, una interesante y original propuesta a nivel estético y simbólico

Diferentes disciplinas, como el teatro y la danza, se entremezclan con un espacio escénico inquietante, presidido por una máquina de café típica de los hospitales, como símbolo de una tragedia que se está incubando, hasta que la situación (y la máquina) terminan por estallar.

En una especie de museo-paritorio y morgue tienen lugar las diferentes escenas, algunas de ellas narradas a modo de película de terror de serie B, son inquietantes escenas, que a su vez, son lugares comunes de la memoria del inconsciente, de terrores infantiles, de pesadillas ingenuas de siesta de verano.

Los movimientos de los bailarines se conjugan con los sonidos acuosos realizados en directo (con barreño incluido), a nuestro modo de ver muy bien conseguidos, el agua como símbolo de lágrimas, y símbolo de la vida (romper aguas). Ya en la segunda parte, la sangre pasará representar ese mismo símbolo, a través de un cuadro sangrante. Todo ello aderezado por unos personajes extraños, que se encuentran en duelo, buscando a la madre muerta, y a la hija (ya mayor) en una incubadora entre otras escenas gore y delirantes.

Los movimientos de los bailarines, en muchos casos bailando como lo harían los poseídos de cualquier película de terror, no nos gustaron. Tampoco las arriesgadas volteretas en el aire, con caída en el suelo incluida y buscada, a nuestro modo de ver arriesgando el físico en exceso.

Unos movimientos acompañados de música de trance y con las luces del escenario intermitentes, cual típica película de exorcismos. Creemos que estos efectos burdos, disminuyen el retrato simbólico que se narra en esta propuesta. La escenografía, sí que es destacable positivamente, pues cumple su cometido de introducirnos en el ambiente enfermizo y angustioso que se percibe y se busca, en todo momento.

Moeder, representada en del Mercat de les Flors de Barcelona, es una interesante y original propuesta a nivel estético y simbólico, pero se queda anclada en lugares demasiado comunes del género de terror, para llevar a cabo su objetivo de sorprendernos.

Ester M. González

Ester M González es una apasionada del mundo del arte y de la cultura. Nacida en Barcelona, actualmente trabaja como pintora abstracta y realiza exposiciones en diferentes galerías de arte de la ciudad condal. Apasionada de la danza y de las artes escénicas, tiene una visión crítica y muy completa de la agenda cultural de la ciudad condal.

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