Nota: 9 sobre 10
Helena Pimienta dirige una de las comedias más clásicas del teatro español del Siglo de Oro: El perro del hortelano de Lope de Vega. Pero lo hace de una forma un tanto diferente, más directa, más contemporánea, con mujeres más potentes y fuertes.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico aterriza en el TNC para presentarnos una adaptación de «El perro del hortelano», una comedia de enredos donde asistimos a una lucha entre el amor, los celos y la nobleza.
Encima del escenario nos encontramos con un letrero que nos sitúa en Nápoles. Nos encontramos en el interior de un palacio donde vive Diana, una mujer a la que tildan de fría porque, pese a su belleza, todavía no ha encontrado marido con el que casarse. Y pretendientes no le faltan!
Diana parece ser una mujer cerrada al amor, una mujer sin capacidad para amar. Hasta que, una noche, se entera de que su secretario Teodoro tiene una relación secreta con Marcela, una de sus fieles criadas. Algo empieza a cambiar en el interior de Diana y los celos le han aparecer un sentimiento de amor que, ni siquiera ella, sabía que existían.
Este es el inicio de «El perro del hortelano», la comedia de Lope de Vega que nos lanza una gran cantidad de mensajes y reflexiones acerca del amor. ¿Qué es lo que causa el amor?, ¿los celos?, ¿la envidia?, ¿o el propio amor que vive encerrado en nosotros?
Otro personaje que aparece sobre escena es, precisamente, el Amor. Un hombre con los ojos cubiertos con una venda ya que, como dicen, el amor puede volvernos ciegos, puede hacernos perder la razón, nuestro ser y hacer que mostremos la parte más débil y vulnerable de nosotros mismos.
Esta aportación del personaje de Amor es sorprendente y muy original. Y, en algunos momentos, resulta muy emotiva su interacción con el resto de los personajes. Sin embargo, aparece demasiadas veces sobre escena, más de las necesarias, y hace que la escena quede un tanto extraña, forzada.
El vestuario de «El perro del hortelano» en el TNC es digno de mención. Los personajes aparecen con unas ropas y una caracterización muy cuidada y con acabados muy estéticos. El juego de luces es, también, muy interesante, sobre todo en uno de los monólogos de Teodoro en el que él lucha con su sombra, con la proyección agrandada de él mismo que se refleja en las paredes. Buenísimo recurso.
También es importante mencionar el trabajo, enorme, de los actores a la hora de la dicción y el recital en verso. Naturalizan su discurso y lo hacen de una forma sencilla. Pero una mención especial se merece Marta Poveda, la protagonista que encarna a Diana. La actriz consigue recrear a una mujer dura, fuerte y valiente pero que, al mismo tiempo, enloquece de amor. Y lo hace de una forma muy natural y con un sentimiento y una verdad que estremece a los espectadores.
El perro del hortelano es una adaptación muy acertada del CNTC. Una nueva manera de acercarnos a este clásico de Lope de Vega con una estética y una ambientación muy contemporáneas.