Nota: 9 sobre 10
Hedda Gabler cree que lo tiene todo bajo control. Controla la imagen que ofrece en las redes sociales, controla su vida, controla a su marido, controla la carrera de su marido… no deja nada al azar. Su vida es un escaparate donde todo es perfecto.
La realidad es mucho más dura. Hedda Gabler no es feliz en su matrimonio. No es feliz en su casa. No es feliz con la familia… y su infelicidad suprema la lleva a no ser feliz con la felicidad de los demás. Y, para rematarlo todo, no tiene señal de internet en su casa. Si quiere conectarse al mundo para mostrar su imagen de escaparate, tiene que salir fuera, a la terraza. Fuera, el mundo exterior, las apariencias… la conexión a internet. Dentro, la mediocridad, el aburrimiento, las relaciones personales…
Hedda Gabler (Júlia Barceló) parece que cumple a la perfección el dicho popular “santos en plaza y demonios en casa”. Hedda muestra al mundo una imagen ideal, feliz, perfecta… que no tiene nada que ver con su vida real ni con ella misma.
Su marido, Jørgen Tesman (Pau Vinyals), es un hombre pusilánime, cuyo carácter débil se acentúa ante el carácter dominante de Hedda. Un hombre que busca continuamente la aprobación de Hedda, como un cachorrito de perro en busca de una caricia. Cuando consigue el favor de Hedda, se le ilumina el rostro.
Ejlert Lovbørg (Pol López), es el tercero en discordia. El elemento externo que enfrenta a Hedda con sus acciones, su pasado, su presente y su futuro. Alguien que pueden plantarse delante de Hedda y esgrimir talento, vitalidad, energía… y restregárselo por la cara.
Pau Vinyals es un Jørgen Tesman que nos provoca ternura. Feliz por haber conseguido el premio gordo “jo vaig ser l’únic que va aconseguir casar-se amb la filla del General Gabler”, y abrumado por la responsabilidad que esto conlleva. Un hombre de familia, tradicional, gris.
Pau López interpreta de forma brillante a Ejlert Lovbørg. Un hombre que ha sabido cortar el cordón umbilical que la ataba a Hedda, pero que todavía teme la influencia que ella pueda tener en su nueva vida… una vida que ha pasado de la autodestrucción mientras estaba con Hedda a la creación, ahora que está con una nueva mujer.
Júlia Barceló, Hedda Gabler, nos intimida desde el escenario y, a veces, nos atemoriza. Una mujer fría, que no sabe empatizar con nada ni con nadie, que hace las cosas por aburrimiento… y que se entretiene jugando con las personas que tiene a su alrededor.
El decorado parece a medio hacer, pero representa muy bien que Hedda y Jørgen acaban de mudarse, con un piano en medio del escenario, acaban de llegar de su luna de miel y han aterrizado en su piso, sin tiempo para instalarse. El tiempo de la obra, un día y medio, se sitúa en Nochevieja. Noche de cambios para todos. Hasta para los que no se los esperan.
La filla del seu pare, en el Lliure, ha agotado todas las entradas y es un montaje que merece volver a los escenarios para quedarse una buena temporada. Un montaje que nos hiela el corazón… pero dicen que lo que no nos mata, nos hace más fuertes, ¿no?