El Museo de Arqueologia de Catalunya acoge Y los Huesos Hablaron dentro del Festival Grec de Barcelona, un proyecto desarrollado por la Sociedad Doctor Alonso, una compañía de creación contemporánea, y Teatro de Babel de origen mexicano que explora nuevas corrientes de la escena dramatúrgica.
Este espectáculo en Barcelona habla supuestamente de cómo cada nación ha escrito su historia a través de hechos falsos según los intereses de cada país. La crítica al Estado es uno de los puntos álgidos de esta obra, se criminaliza al estado corrupto con grandes anhelos de poder y poca preocupación por su población que solo es un mero receptor de los mensajes demagógicos que el poder les impone. Se define como una propuesta escénica, investigación o, lo que es lo mismo en teatro, dar licencia para matar.
La descripción continúa exponiendo que Y Los Huesos Hablaron estudia la capacidad de las palabras para generar un mundo ético con un sistema político y un orden social concreto. A parte del Estado tirano y opaco se habla de la vergüenza y de la indecencia de la sociedad en la que vivimos y el consumismo alarmante.
Pero lo cierto es que los huesos no hablan, el único que habla claro es un arqueólogo que en un momento concreto sube al escenario y expone su crítica hacia el Estado y la falta de ayudas que sufren aquellos que luchan por la recuperación de la Memoria Histórica. Y ahí está lo que yo quería saber, conocer, investigar, la realidad de un país que sigue negando la existencia de fosas comunes en pequeños pueblos de entre León y Galicia, un Estado que nos exprime pero luego se niega a financiar excavaciones que devuelvan los huesos de los difuntos asesinados por la Guerra Civil a sus familias.
Y ahí fue cuando se me iluminaron los ojos y sentí un soplo de aire fresco dentro de una propuesta que tiene buenos conceptos que desgraciadamente se van difuminando hasta perder el sentido. En algunos momentos parece que va a crearse algo pero luego se desinfla y se desgasta el proceso creativo producto de la repetición incesante y del salto hacia un texto poético que acaba por desconectarnos de la obra. De golpe asistimos a una canción desafinada o a una danza inclasificable como que pasamos a ver como un hombre con gran imprecisión revuelve ciertos huesos, ¡sí, estaban ahí! pero después de unos interminables minutos no me provocan absolutamente nada. Desde luego, la descripción del espectáculo no es en absoluto lo que yo esperaba.
Leo, busco e investigo, qué quisieron decirme esas personas y me rompo la cabeza y sigo sin lograr encajar sus palabras con la descripción del espectáculo. La clave está en escribir que la obra «gira en torno a» para poder tener un amplio abanico de posibilidades sin mojarse en una definición exacta.
Y ahora voy a vencer el miedo a quedar como una idiota, ese pavor que muchos sufren al acudir a un evento y no entender el mensaje y callan y disimulan su incertidumbre. Todos aplauden, casi nadie comenta, los amigos y conocidos gritan ¡bravo! y siguen aplaudiendo con gran énfasis, todos se suman. Los comentarios son leves, no escucho opiniones al respecto y siento que estoy ante el emperador con su vestido nuevo, no hay quien se atreva a cuestionarlo, no logro descifrar qué piensan los compañeros que han formado parte del público, ¿qué opinarán ellos? Yo de nuevo os digo con toda la claridad y sinceridad del mundo que no he entendido nada.