Nota: 9 sobre 10
El Centro Dramático Nacional ha venido a Barcelona. Esta vez hemos podido disfrutar de una producción del CDN en Barcelona. Y una producción de un nivel altísimo. Inconsolable. Un monologo en el que un hombre de unos 50 años nos cuenta cómo ha vivido el duelo por la muerte de su padre. Un monólogo que pasa por las cinco fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
El monólogo se mueve entre el sentimiento más profundo hasta la anécdota más trivial, para hacernos un retrato del padre fallecido, de su hijo, de su entorno… de su vida.
Ernesto Caballero el director de «Inconsolable»
Fernando Cayo, bajo la delicada dirección de Ernesto Caballero, hace un trabajo estupendo en escena. Con una dicción limpia e impecable, va desgranando el dolor, la rabia, la angustia y la duda ante un hecho que le atraviesa el corazón. Todos vamos a morir, todos hemos visto la muerte de cerca… pero cuando muere el padre, es como un choque cósmico.
El monólogo es, a pesar de todo, un canto a la vida. Un llamamiento a vivir plenamente. A vivirlo todo, incluso los momentos de dolor. No desperdiciar nada.
Pero, hijo, ¿tú has tenido alguna experiencia inconsolable?
Un diseño de escenario que se mueve con el texto
El montaje cuenta con un diseño del escenario que se mueve con el texto, y un diseño de luces y sombras que nos permite tener gigantes en escena, al padre fallecido… un juego de sombras chinas que va creando elementos que se entretejen con las palabras.
El paso del tiempo, de un reloj de arena, la tierra a la que todos volvemos, la línea de la muerte… y un fondo negro en el que quedan incrustadas unas partículas que lo acaban convirtiendo en un cielo estrellado, limpio y brillante.
Las voces de Emilio Gutiérrez Caba y de Tristán Ulloa son un pequeño inciso para que ese hombre pueda recomponerse. Dos momentos puntuales que parecen devolverle a la realidad.
El conocimiento absoluto es póstumo
Inconsolable es una producción del CDN que se puede ver en el Teatro Romea. Una producción excelente, con un Fernando Cayo maravilloso en escena… que nos ha dejado con ganas de más.