7.5 sobre 10
Un texto de Josep M. de Sagarra ja es un excelente punto de partida para un montaje teatral. El lenguaje que utiliza, el vocabulario exquisito, el dibujo de sus personajes no dejan lugar a dudas. Un texto que describe de forma sutil, pero extraordinaria, las diferentes épocas en que sucecen las escenas. Y los personajes quedan definidos por sus palabras y por las palabras de los demás.
Un escenario con pocos elementos que describen el tipo de vivienda de Sílvia, pero que no interferían en la visión, desde ambos lados, del público. Un decorado eficiente que consigue describir el nivel y estatus de Sílvia en la sociedad en la que vive. Y un mural en un lado, en el que se proyectan imágenes que nos ayudan a situarnos en cada época que parece un cuadro de Mondrian.
La Fortuna de Sílvia, en el TNC, es un montaje para disfrutar de un texto exquisito
Tres períodos de la historia en tres escenas. Tres momentos en los que una guerra ha quedado atrás y hay un momento de paz, o está empezando una nueva guerra que, a pesar de que se ha llevado a maridos e hijos, parece que queda lejos.
Y la Fortuna de Sílvia es ella misma y su carácter, su bohemia, su optimismo, su forma de ver las cosas y pasarlas por un tamiz que las hace más etéreas, más felices, más bellas. Una forma de ver la vida que quiere escapar de los corsés de cada época.
Laura Conejero es Sílvia, y a su alrededor pululan Anna Alarcón, su hija,, Muntsa Alcañiz, su hermana, Albert Baró, su hijo, Berta Giraut, su criada y Pep Munné, un nuevo vecino que aparece al final de la obra.
El montaje, sobrio, es muy frío y los personajes son distantes. La dirección de La Fortuna de Sílvia no nos hace llegar a una mujer rebelde, en un mundo que no le gusta… lo que nos llega, al final, es una especie de remedo del Auca del Señor Esteve. Y del mismo modo que el pequeño Esteve conseguirá dedicarse al arte con el dinero de su padre, Sílvia parece que puede vivir con sus ideas y defender sus ideales y principios porque siempre tiene a alguien que le permite mantener su nivel de vida… ya sean sus padres, su marido, su hermana, o su hija.
La Fortuna de Sílvia tiene grandes interpretaciones, empezando por Laura Conejero que sabe moverse con soltura en un personaje complicado, que pasa de la contención a la voluptuosidad en un momento. Anna Alarcón evoluciona de forma muy convincente de la bohemia a la burguesía más acomodada. Muntsa Alcañiz consigue que arruguemos la nariz ante su intolerancia y su hipocresía. Albert Baró nos conmueve con el afecto y ternura que muestra a su madre. Berta Giraut, es una criada siempre eficiente que intenta contentar a todos y que aporta el punto de candidez y humor al montaje. Pep Munné es un explorador de salón con grandes ideas, con más palabras que hechos.
Un vestuario delicioso, muy bien diseñado, muy elegante. Las mujeres lucen unos modelos que serían la envida de muchas mujeres de la época. Con los complementos muy bien combinados: zapatos, guantes, bolsos, tocados… Los detalles están muy bien cuidados en general, lo que hace que, cuando alguna cosa no encaja, todavía sea más relevante. El gramófono que tiene Sílvia en su salón suena perfectamente… pero nadie le da cuerda antes para que funcione.
La Fortuna de Sílvia, en el TNC, es un montaje para disfrutar de un texto exquisito, con un vocabulario variado, culto, que nos lleva a un nivel superior. Josep M. de Sagarra no defrauda.