Nota: 6 sobre 10
Cuatro mujeres en una casa esperando a la vuelta de los hombres, así empieza esta obra de teatro que nos sitúa en la Calabria de los 90. Mafia de The Mamzelles estuvo programada en Sala Atrium después de ganar el ciclo DespertaLab2017. Ahora podemos verla en la sala Barts dentro del ciclo FESTIE.
Mafia, una obra que fortma parte del FESTIE en Barts
Tras conocer la muerte del padre, las hijas deberán decidir qué hacer, ya que el tipo de vida que su padre eligió por ellas las lleva, irremediablemente, a un fatídico final. Sobre esta decisión nos hablará esta obra de teatro que, a través de las conversaciones de las hermanas en la cocina, nos dejará entrever qué relación tenían entre ellas y con el padre.
Un gran trabajo con el italiano para contextualizarnos
Lo primero a destacar es la fluidez de las actrices hablando en italiano la primera parte de la obra, los acentos y la musicalidad están muy trabajadas. Pero la descoordinación de los subtítulos hace que la persona espectadora pierda un poco la atención del hilo argumental, y es una lástima, ya que le hace perder fuerza a la presentación de los personajes.
Las transiciones entre escenas o situaciones, a menudo se realizan acompañadas de música y coreografía, idea que me pareció muy original y fresca. Las actrices desde personaje realizan estas transiciones que, por otra parte, a veces resultaban algo largas y caóticas y desestabilizan un poco el desarrollo de la historia.
Se añora en el texto algo más de reflexión sobre el papel de la mujer en realidades como la que se presenta, ya que hacia el final hay un pequeño “homenaje” a ellas en forma de texto, que queda algo desangelado al no haber sido introducido con contundencia.
Diversión irreverente
En general nos hallamos ante una pieza divertida e irreverente, donde las actrices hacen un despliegue de gamberrismo para componer unos personajes que te arrancan más de una sonrisa.
Comparten con el público un seguido de situaciones hilarantes, y yo tengo la sensación de que hubiese disfrutado esta pieza de otra manera en una sala algo más pequeña, sin un escenario “tradicional”, sin estar tan alejadas, oliendo de cerca ese estofado que, con mimo y familiaridad, las hermanas Maritzzo cocinan para nosotras.