Crítica: Molt soroll per no res

Nuestra opinión

Nota: 8 sobre 10

Àngel Llàcer y Manu Guix se encargan de dirigir este musical de Barcelona, cada uno en su campo, claro está. Ambos nos ofrecen una versión totalmente libre de la shakespeareana «Molt soroll per no res» («Mucho ruido y pocas nueces»), una de las obras más  conocidas del dramaturgo inglés. El escenario del TNC es el que se encarga de difundir esta clásica pieza ambientada en los años 50 y a ritmo de jazz, swing y blues.

Este musical es todo un ESPECTÁCULO en mayúsculas. Ofrece una puesta en escena impresionante, con una cuidadísima escenografía, un vestuario muy acertado y una orquesta en directo que se encarga de ponerle la banda sonora a la obra que estamos viviendo. ¿El resultado? Una pieza divertida, alegre, con un buen ritmo y que sorprende de principio a fin.

«Molt soroll per no res» es una obra que se tiene que ir a ver

En «Molt soroll per no res» del TNC nos encontramos con una gran multitud de elementos pensados para mantener en vilo la atención del espectador. La gente creerá que va a ver a Shakespeare pero lo que se encuentra es una obra en la que la trama sí es de Shakespeare pero nada más. Hay mucho de espectáculo y poco de Shakespeare y, esto, a ojos de los más «clásicos» puede parecer algo negativo pero, lo cierto, es que el resultado es muy sugerente. Bailes, cantes, risas y un vestuario impecable hacen que ni te des cuenta de las 2 horas y media que dura el show.

Pero hay tanta energía, tantos estímulos a los que prestar atención, tanto show y espectáculo que, al final, la trama amorosa, la tragedia que nos muestra la historia, pasa, no a un segundo plano, sino a un tercero o a un cuarto. Hay mucho artificio, tanto, que se pierde el hilo narrativo e, incluso, no termina de quedar claro la relación que se intenta establecer entre la grabación de la película y la historia que está teniendo lugar.

Las interpretaciones de los actores están sobresalientes, sobre todo, a destacar el trabajo de los dos protagonistas interpretados por David Verdaguer y Silvia Abril; de los dos, me quedo con ella ya que consigue presentar a un personaje natural, real y coherente; el de él está, quizás, un poco sobreactuado en algunos momentos que, sin embargo, parece que al público le encanta porque la gradería estalla en carcajadas. Pero a mí me gusta más la sencillez con la que Abril presenta su personaje dotándole de elementos obscenos, divertidos y dramáticos.

Guillem Albà también aparece en «Molt soroll per no res» interpretando al cabeza de los guardias nocturnos que, de hecho, son un grupo de personajes imprescindibles para el devenir de la obra. Lo hace bien, sí, pero los sketches en los que aparecen estos cuatro clowns son excesivamente largos y excesivamente pesados. La gente se reía por repetición más que porque el gag fuera bueno. Estas apariciones, más abundantes en la segunda parte, hacen que el ritmo decaiga.

Pero, en conjunto, «Molt soroll per no res» es una obra que se tiene que ir a ver. ¿Por qué? Porque es uno de esos musicales tan espectaculares que podrían formar parte de los exquisitos lugares de exhibición musical como sería el West End de Londres o Broadway. Lo tiene todo: una historia de amor de Shakespeare, una estética de los años 50, música jazz, una escenografía impresionante… Todos los elementos que nos hacen salir maravillados del teatro sintiendo que hemos asistido a una obra de puro teatro. 

Elia Tabuenca

Elia Tabuenca, filóloga hispánica y periodista digital especializada en cultura y viajes. Lleva más de 8 años dedicada al sector y es una apasionada del teatro, de la literatura, de la música y de los viajes por todo el mundo. Ver mi Linkedin

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