Nota: 8 sobre 10
La Badabadoc nos ha presentado PUTO, un montaje de Ezequiel Barrios, que nos habla de un hombre que no ha salido del armario. Es un montaje muy físico. Hay poco texto… però, a pesar de ello, es mucho.
“Es un puto, un puto reprimido”.
La dureza de la lucha del protagonista entre lo que realmente es y lo que querría mostrar contrasta con la música escogida: My favourite things y Edelweiss… canciones de la película “Sonrisas y lágrimas”. Canciones edulcoradas para un montaje muy agrio. Canciones versionadas a diferentes ritmos que nos recuerdan el sonido original pero que nos descolocan.
Puto, una obra de danza y teatro que conmueve
Toda la coreografía del montaje es abrupta. Nos muestra movimientos convulsivos, repetitivos, rápidos… el baile podría ser una catarsis, pero acaba siendo un arma más para encerrar a este hombre en su armario. El baile no es liberador, es aún más angustioso.
Un armario que es mucho más. Son muros mentales que le han ido construyendo desde pequeño. Muros que le han levantado sus padres y hermanos, sus parientes, sus amigos, sus compañeros de trabajo… no parece que haya salida.
Las proyecciones del fondo son un elemento más que refuerza el texto. Imágenes de momentos felices de la infancia, cuando todo parece más fácil… imágenes de multitudes en el Carnaval, donde todo el mundo parece feliz y los problemas quedan fuera del Carnaval… esperando.
“Miente. Oculta. Actúa. Simula. Manipula.”
Un grito desgarrador rompe el movimiento. Un grito que puede decir muchas cosas: basta, socorro, os odio, escuchadme… un grito largo e intenso que nos recuerda a un personaje de Mercè Rodoreda, la Colometa, que también grita para intentar sacar sus demonios de dentro. Tal vez es lo que intenta este Puto.
“Puto. Puto. Puto. Puto. Puto. Puto. Puto…”
La Badabadoc ha presentado el segundo montaje de teatro argentino. Y con PUTO ha vuelto a acertar. Una forma de hacer teatro diferente, muy física, que casi transmite más por el movimiento que por la palabra, pero donde todo se complementa.