Nota: 9 sobre 10
Vania, en el TNC, es una obra que nos evoca el olor de tierra mojada después de la lluvia. Nos muestra un paisaje antes de la tormenta… mientras la tormenta se huele a lo lejos. Y nos muestra ese mismo paisaje después de la tormenta, cuando el sol evapora la humedad y todo queda igual que antes, como si nada hubiera pasado.
Moma Teatre, con Empar Canet (Elena), Josep Manel Casany (Vania), Àngel Fígols (doctor Mijáil Lvóvich Ástrov), Mamen Garcia (María), Juli Mira (profesor Aleksandr Vladímirovich Serebriakov ) y Rebeca Valls (Sonia) ha adaptado el texto de Chéjov con gran delicadeza. Vania (Josep Manel Casany) se enfrenta a su pasado para darse cuenta de que no ha vivido para sí mismo, que ha vivido bajo la vida de otros y que se ha dejado en el camino todos los sueños que tenía. La estancia del Profesor en la casa se alarga demasiado y el aire se empieza a hacer pesado. La tormenta se acerca. Vania va explorando la relación que tiene con el Profesor, con Elena, con el doctor… y todo su mundo se desvanece. La tormenta estalla fuera de la casa. Y dentro también.
Este montaje de Vania, en el TNC, nos ha traído una excelente muestra del teatro que se hace en Valencia. Unas interpretaciones excelentes que no son jamás maniqueas. No se posicionan, no nos hacen escoger, no hay buenos ni malos. Nos presentan un mundo en el que todos tomas decisiones, y algunas son mejores que otras.
Un escenario con muebles coloniales, como si la historia sucediera en una colonia africana en lugar de la Rusia del texto original. Una casa aislada de todo y de todos. El punto de encuentro ineludible para todos los personajes. Y, a pesar del espacio abierto que parece que hay más allá, el ambiente es opresivo. Incluso el piano de María resulta impertinente y fuera de lugar.
El TNC ha tenido un gran acierto al traer a MOMA Teatre y su Vania. Solo nos queda esperar que no sea un hecho excepcional y podamos volver a disfrutar del teatro valenciano en casa.