Crítica: No es país para negras

Valoración: 9 sobre 10

¿Sabes cuando vas al teatro y se te congela la sonrisa?, ¿cuando oyes algo que tristemente te resulta muy familiar?, ¿cuando se te cae la cara de vergüenza por vivir en una sociedad como la que vivimos? Todo eso es lo que me pasó cuando vi No es país para negras, un espectáculo imprescindible que todo el mundo tendría que ver para ver si, así, la gente empieza a pensar más antes de hablar.

No es país para negras, un espectáculo que se convierte en una hostia bien dada

En No es país para negras Silvia Albert Sopale se convierte en la voz de las personas de raza negra que viven en este país. Y es una voz muy sincera, muy cruda, muy dolorosa. Porque ella lleva viviendo el racismo desde bien pequeñita. Entre bromas, risas y comentarios desafortunados, Silvia ha ido experimentando lo que es ser diferente únicamente por el color de la piel. La gran importancia que parece que existe en un aspecto tan nimio como el color de los ojos. Pero la piel es muy importante. Asquerosamente importante.

La propia actriz nos cuenta su historia. Silvia es una chica española que nació en el 1976 en la ciudad de San Sebastián. Su familia de raza negra se marchó de su país para huir de la pobreza. Porque, tal y como dice Silvia, huir del hambre y de la pobreza es igual de duro que huir por la guerra, es otro tipo de guerra que se está librando, una guerra por culpa del capitalismo extremo en el que se necesita que existan comunidades pobres para que otros vivan mejor.

Pero Silvia nació aquí. Es española por mucho que el color de su piel sugiera lo contrario. Y, precisamente por esa diferencia, ha tenido que vivir siempre como extranjera en un lugar que siente como suyo.

Un espectáculo de tipo performance que hace un recorrido por la vida de una mujer negra en España

Durante No es país para negras asistimos a diferentes momentos de la vida de Silvia: cuando era pequeña y tenía que escuchar canciones en la televisión a estilo “Yo soy aquel negrito, del África tropical…”. También cuando tuvo su primer novio blanco y se presentó a su grupo de amigos y a sus padres.

Los microracismos con los que ha tenido que convivir Silvia a lo largo de su vida han sido constantes y, tristemente, son muy reconocibles. Incluso la apología supuestamente positiva que se puede oír a veces de “Yo por dentro soy negra” o cosas por el estilo, encierran un mensaje racista.

El humor ácido, la música y el baile acompañan a No es país para negras para poder hacer un retrato de cómo es la vida de una persona negra en este país. Todo lo que tiene que aguantar, todo lo que se tiene que callar, todo lo que te tiene que sufrir en silencio. Pero Silvia ha dicho BASTA. Ha dicho “Basta” y se ha subido delante de un escenario para contarnos su historia y visibilizar a lxs afroespañoles y afroeuropeos de una vez por todas.

Y yo solo puedo decir: BRAVO. 

 


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