Valoración: 10 sobre 10
Ferran Utzet dirige la adaptación de Esperant a Godot que actualmente podemos ver en la Sala Beckett. Este año se cumplen 30 años de la muerte del escritor y, por eso, la sala que lleva su nombre le rinde un emotivo homenaje con la adaptación de algunas de sus obras más aclamadas. Y una de ellas es, sin duda alguna, Esperant a Godot, la primera obra que Beckett llevó al teatro y que supuso un gran revuelo en el teatro de mitades del XX.
Y es que con Esperando a Godot nos encontramos ante una obra de teatro del absurdo y donde las dudas existencialistas resuenan por todo el escenario: ¿qué sentido tiene la vida? La inacción es la característica más llamativa de esta obra en la que los protagonistas no saben qué hacer para matar el tiempo de la espera. Una espera que, además, no tiene ningún sentido porque ni siquiera recuerdan con claridad quién es Godot ni para qué van a reunirse.
Esperant a Godot llega a la Beckett de una forma espectacular
El clásico de Beckett regresa a la ciudad condal de la mano de la sala que rinde homenaje día a día al autor: la Sala Beckett. En esta ocasión, se han propuesto adaptar la obra más conocida del escritor irlandés ya que nunca antes la habían trabajado. El resultado es un Esperant a Godot impecable con una puesta en escena minimalista pero muy acogedora y un trabajo actoral de esos que te dejan con la boca abierta.
Una adaptación encarnada por Pol López y Nao Albert que, gracias a su trabajo, consiguen transmitir al «dedillo» la esencia de la obra: lo absurdo de la vida humana y la imposibilidad de comunicación entre las personas. Una situación desesperante en la que la única salida es la muerte. Pero, antes de llegar a colgarte de un árbol, no hay nada mejor que rellenar esas horas muertas. Y eso es lo que hacen los dos protagonistas de la obra: esperan a Godot. Aunque ni siquiera sepan qué cara tiene ni si ese es el lugar exacto en el que han quedado. Ellos, esperan a Godot.
Un elenco impecable encabezado por Nao Albert y Pol López
Y es que, además de contar con una dirección muy bien cuidada, lo cierto es que esta adaptación tiene a actores muy reconocidos en la escena actual catalana: Nao Albert y Pol López. Un dúo sublime que encarna a la perfección lo absurdo de la vida, la incoherencia de nuestra existencia y la broma de mal chiste que parece el ser humano. Interpretaciones exquisitas y muy bien dirigidas donde no hay sobreactuación en ningún momento: los dos personajes nos hacen meternos en un bucle absurdo del que no quieren (ni pueden) salir.
Junto a estos, nos encontramos con otros actores como Aitor Galisteo–Rocher (que me tiene conquistada desde que lo conocí en La Calórica), Blai Juanet Sanagustin y Martí Moreno o Eric Seijo. El resultado, es una obra con una enorme calidad interpretativa que hace que las casi 2 horas que dura la pieza se te pasen volando y hayas empatizado al máximo con las dudas existenciales de los protagonistas. Y es que… ¿para qué vivimos?
Un buen ritmo que se atropella por el mismo guión de Beckett
Puede ser que en algún momento el espectador se sienta abrumado al ver Esperant a Godot. Y es que los dos actos siguen el mismo patrón y hay escenas que se repiten y diálogos que giran sobre las mismas ideas. Pero esto es lo que pretendía Beckett con la obra: mostrarnos lo absurdo de nuestra existencia en la que nadie sabe qué hacemos aquí ni hacia dónde vamos. Esta idea desesperante es la que nos plasma en esta larga escena donde dos personajes supuestamente están haciendo algo aunque ese «hacer» no tenga ningún sentido: ellos esperan a un tal Godot.
Las escenas están cargadas de comedia, con reacciones e interpretaciones que te harán llorar de la risa. Situaciones plagadas de absurdo pero que, en el fondo, esconden una idea recurrente e incesante y es la pregunta que todavía nadie ha podido resolver y que puede causarnos un gran desespero: ¿qué significa todo esto?, ¿qué es la vida?, ¿para qué estamos aquí?, ¿algo de todo esto tiene algún sentido?
Estas son las preguntas que se lanzan en el escenario de forma sutil con diálogos inconexos y con acciones que nunca terminan. Un bucle perpetuo en el que se sume al espectador y en el que, realmente, puede estar sumida la existencia humana.
Esperant a Godot en la Sala Beckett es una adaptación impecable de principio a fin. Una puesta en escena sencilla pero cálida, con una actuación magistral y con un guión que nunca, jamás, pasará de moda. Un 10. De verdad.