Crítica: Mare de sucre - TNC

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Mare de Sucre narra la historia de Cloe (Andrea Álvarez), una chica de 27 años con una discapacidad intelectual del 65%, y de su deseo de maternidad. ¿Tiene derecho a ser madre? ¿Tiene la capacidad de ser una buena madre? ¿Hasta qué punto es ético la restricción de la capacidad de obrar de las personas con diversidad funcional?

Mare de sucre, una obra de Clàudia Cedó en el TNC

La obra que nos trae Clàudia Cedó transita por los conflictos legales, morales y éticos que genera este deseo, la respuesta de la sociedad frente a la situación, y, aunque no toma partido explícito, nos conduce a preguntarnos si nuestra relación con las personas con discapacidad es la adecuada. Los protegemos como si fueran de azúcar, y está bien ser de azúcar a veces, pero cuando eres de azúcar no juegas, es como si no estuvieras.

No son de azúcar

Confieso que fui a ver la obra con mis prejuicios, como el que va a ver la función de final de curso del hijo propio, con condescendencia. Nada más lejos de lo que sucedió en el escenario. El trabajo de los actores con diversidad funcional es impresionante, y la ovación final del público, en pie, y los aplausos, fueron merecidos y sinceros.

Andrea Álvarez, a la que se le adjudica una discapacidad intelectual, no solo fue capaz de memorizar un texto de longitud y complejidad considerable, sino que lo interpreta perfectamente, con los innumerables registros que requiere la puesta en escena. Nos hace reír, soñar, pensar, llorar, atravesar sus deseos, sus dudas, sus sentimientos encontrados, sus reflexiones.

Remarcable también el trabajo de Marc Buxaderas (un crack), Judit Pardás, y Mercé Méndez. Completan el reparto los actores profesionales María Rodríguez como la educadora, Iván Benet, director de la Fundación, y Teresa Urroz, como la madre de Cloe, todos ellos brillantes y a la altura del reto.

Andrea, Marc y sus compañeros nos demuestran en esta obra que la palabra discapacidad tiene que reformularse. Pueden ser diferentes, todos los somos, pero como todos, tienen un sitio en nuestra sociedad y debemos cambiar nuestro punto de vista y abrir debate, desde dónde miramos, desde dónde juzgamos, y por qué. Aplausos en reconocimiento de todo lo que sí se puede. Definitivamente, no son de azúcar.

Un teatro necesario

El texto de Mare de Sucre de Clàudia Cedó, es un texto equilibrado, completo y bien documentado. Conoce bien el lenguaje de las instituciones, los protocolos, el discurso oficial traducido en una cuestión de disposición de recursos.

También conoce bien con quién se la está jugando, ya que coordina desde hace años el proyecto de ESCENARIS ESPECIALS enfocado a hacer teatro con personas en riesgo de exclusión social. De este proyecto procede Andrea Álvarez, que junto con Marc Buxaderas componen el germen de la obra en palabras de su autora, y donde sus aportaciones son significativas. Cedó conoce de primera mano cuáles son los deseos e inquietudes de muchas de estas personas y todo eso se refleja en la obra.

Siempre he dicho que el teatro es el arte más completo, pues contiene elementos de todas las artes. Y no solo de las artes, el teatro es también formular preguntas que no tienen respuesta, lanzarlas, jugarlas, y a ver que sale. Nos involucra, nos hace cómplices, nos llena de dudas. El teatro abre ventanas, aniquila certezas, y nos hace ser, en definitiva, mejores personas.

Mare de Sucre es una obra hermosa. Es divertida y trágica a la vez, y de una gran profundidad. Es teatro que deja huella, de ese que se queda uno dándole vueltas a todo lo que acaba de ver que ha pasado. Es una obra que transforma. Es, sobre todo, teatro necesario.


  • Lo que más me gustó: el texto, lo que subyace en el texto, y la actuación de todos y cada uno de sus protagonistas.
  • Lo que menos: el final.

 

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