La gracia de un Festival como Fenòmens, radica en ser heterogéneo y transgresor, y más cuando se trata de englobar varias actividades artísticas, entre las que destacan la danza, la performance, el videoarte, la música o el cabaret. En su tercera edición, este festival multidisciplinar, no iba a ser menos.
Nos acercamos hasta la Fábrica Moritz de Barcelona, uno de los tres espacios (junto con la Caldera y el Institut Français) en los que transcurre durante este año 2017.
Lo primero que destacamos, es el magnífico espacio que ofrece la Fábrica Moritz, en el piso inferior de su local, en el que se pueden observar las tripas de la antigua fábrica, eso sí, remodeladas con un gusto exquisito, y que ofrecen un marco incomparable para realizar este tipo de eventos.
Apreciando lo adecuado del lugar, que nos aporta a nuestro modo de ver, una sensación de intimidad y de acercamiento paseando entre sus diferentes salas, estuvimos unos minutos esperando, sin prisa, la primera actuación. Hubo, sin embargo, un cierto desconcierto organizativo, aunque en seguida pudimos pasar a la siguiente sala, donde se llevó a cabo la primera actuación de danza. La bailarina y coreógrafa María Cabeza de Vaca, abrió boca con una actuación donde se mezcla e interactúa con los espectadores, de una manera divertida y espontánea, mientras tomamos una cerveza, antes de entrar en el siguiente espacio.
En la segunda actuación, Une autre, s’il vous plaît, a cargo de la bailarina y coreógrafa francesa, Marianne Masson, pudimos disfrutar de una auténtica fiesta privada, en la que “nos colamos” (a modo de voyeurs), mientras la bailarina, plasma la “noche loca” de una persona, descrita de una manera muy gráfica, y con gran derroche de talento y de “savoir faire”.
Con la siguiente actuación, cambiamos radicalmente de ambiente, para trasladarnos al mundo del cabaret rural, que nos ofrece el magnífico Rodrigo Cuevas, con su Mundo por Montera, en una actuación divertida, no exenta de provocación y de reivindicación de unos orígenes rurales asturianos. Con él, la gente bailó, participó y se llevó el buen sabor de boca de las coplas y canciones tradicionales, mezcladas con la estética ochentera y la música de Tino Casal.
En las siguientes actuaciones, la música electrónica y las nuevas tecnologías fueron las protagonistas destacadas. Con Modgeist y su VisualAct y el bailarín y coreógrafo de la compañía Erre que Erre, DJ Erre, se puso punto final a la noche, bailando al ritmo de sintetizadores, como no podía ser de otra manera.
Fenòmens, es un festival ecléctico, desacomplejado, y que transmite frescura, sin pecar de esnobismo ¿Qué más se le puede pedir?