Nota: 6 sobre 10
La compañía Obskené presenta en la Sala Beckett la adaptación de la novela gráfica «Ciutat de vidre» basada en la obra del reputado autor norteamericano Paul Auster. Esta cía teatral es una de las más prometedoras del teatro en Barcelona y, realmente, han hecho un gran trabajo en lo que a puesta en escena y ambientación se refiere.
Entrar a la nueva Sala Beckett para ver Ciutat de vidre es adentrarte entre las páginas de la novela gráfica: el sonido del teclado al escribir, las frases proyectadas en las pantallas, las viñetas de la novela reproducidas y acompañadas al mismo son que la interpretación de los actores… La verdad es que no hay ni un solo «pero» en la puesta en escena tan «currada» que se nos presenta en esta obra de teatro.
Esta obra de teatro nos presenta a un hombre al que le llaman a casa preguntando por un nombre distinto al suyo: Paul Auster. La llamada se repite al día siguiente y es entonces cuando el hombre decide transformarse en Paul Auster y ser, así, el supuesto detective al que están buscando. Es entonces cuando comienza una historia detectivesca donde el personaje infiltrado deberá averiguar las intenciones de un señor que acaba de salir de un centro de salud después de haber pasado gran parte de su vida ingresado.
Esta es la historia de Ciutat de vidre, una obra que parece interesante, de misterio y suspense pero que, al final, se queda a medias. Aparte de la ambientación, en Ciutat de vidre nos encontramos con una obra insulsa, con una trama que no tiene apenas ritmo, con un intento de crear suspense y misterio pero que se queda en eso, en el intento. Hay muchos momentos que, incluso, aburren: sobre todo el monólogo del loco que se interrumpe continuamente con las mismas frases para enfatizar su desvarío pero que, al final, termina abrumando al espectador porque el mensaje ya se ha entendido.
Sobresale la interpretación del actor Pepo Blasco que interpreta a varios personajes y consigue hacerlo de forma magistral; es impresionante ver cómo se transforma en un señor mayor, en un camarero con ganas de hablar y en un recepcionista de hotel (esta metamorfosis me pareció ¡brillante!). Realmente, él hace un trabajo extraordinario. Nuri Santaló y Joan Arqué son el resto del reparto que defienden bien sus papeles pero sin demasiado brillo, sencillos y correctos.
En general, Ciutat de vidre es una obra con una puesta en escena inmejorable, que impresiona e impacta al espectador pero que no va acompañada de una trama que tenga un ritmo constante ni persistente. Las expectativas no quedan del todo satisfechas y sales del teatro con un sabor agridulce en la boca.