Crítica de Nicolás Larruy
Nota: 8.5 sobre 10
Albert Pla, Fermín Muguruza , Raül Fernandez “Refree” nos presentan un alegato contra la guerra, contra todas las guerras. Albert Pla es el ejército invasor, defensor o lo que sea… el ejército. Fermín Muguruza es la ciudad defendida, invadida o asediada. La víctima de todos los ejércitos que siempre están dispuestos a defenderla incluso de ella misma, sin contar con ella. Raül Fernández “Refree” es el personaje puente que lo mismo hace los coros que es una muerte encapuchada con una guitarra en la mano en lugar de una guadaña.
El espectáculo «Guerra» presenta un decorado sencillo, unos bloques cúbicos que se utilizan como mesa, como pantalla, como atril… y una pantalla con unas proyecciones son todo lo que necesitan para ambientar la acción. Unas proyecciones con un gran diseño, que pasan del paisaje más naif, a la guerra más cruda, de las flores i el amor, a la sangre… y todo fluye delante de nuestros ojos. No hay rupturas.
A través de canciones y de diálogos vemos cómo la ciudad explica su situación y como el soldado, que al principio aparece como un personaje tímido, con miedo, acaba creyéndose toda la parafernalia defensora de la guerra, y acaba siendo un paladín más de la violencia. “Estoy hasta el cuello de mierda para que tú (la ciudad) seas feliz”. La ciudad quiere ser libre. “Es difícil matar en nombre de la paz, pero lo coneguís”. El soldado levanta muros “muros de flores, muros de amor”… “Pero son muros”, responde la ciudad. La ciudad que grita “socorro” ante su sitaución. Nos grita a nosotros. “¿Estáis cómodos en esas butacas? Que sepáis que todos sois cómpiices”.
La Guerra de Albert Pla, Muguruza y Refree se nos presenta como un montaje publicitario, patrocinado por grandes marcas, por grandes artistas que organizan grandes conciertos por la libertad, con un público (nosotros) que participa en ese juego y acaba siendo cómplice de todo. Sin quererlo, però es cómplice. “Luchamos por la libertad, pero el precio es caro”. Tal vez el precio sea la libertad misma.
El ejército salvapatrias acaba convirtiéndose en el nuevo tirano de la ciudad “es feliz en un mundo soñado por mi”, canta el soldado. Una nueva tiranía comercial, donde las marcas, las multinacionales, son los nuevos dirigentes. No hay salida. Sí, hay una: “la salida, por el Duty Free”.
Solo cuando parece que todo ha terminado, el ejército se marcha “te vas y nos dejas en paz”, dice la ciudad. “Adiós, el horror queda atrás”, responde el ejército. Pero los dos saben que no es verdad. El ejército ya no marchará nunca más. La ciudad es una nueva conquista y no la dejará marchar.
La música de este espectáculo de Barcelona se movía entre el rap, el rock, el hip-hop, la balada... incluso entre la música más pop y más comercial. Las letras de las canciones son muy descriptivas. El tono de los dos cantantes muy diferentes. Agresivo, Femín Muguruza, sibilino, Albert Pla. A pesar de la variedad, la forma de cantar es muy característica y no recomendaría este espectáculo a quien no sea capaz de separar la forma del fondo. Aunque Fermín Muguruza ya no es Kortatu, ni Albert Pla es el mismo de sus inicios, mantienen mucho de esas épocas. Hay que escuchar con la mente abierta.
La interacción con las imágenes proyectadas demuestra que ha habido mucho trabajo, muchos ensayos. Los movimientos de los dos cantantes y de las imágenes estaban perfectamente cronometrados y el escenario se convertía en un personaje más, con mucha vida.
El ritmo del espectáculo es muy bueno. Las luchas musicales entre Albert Pla y Fermín Muguruza y sus discusiones están muy bien montadas. Pero, en todo el montaje se nota que ninguno de los dos es actor. En los momentos sin música, sin canciones, el texto pierde fuerza porque la interpretación es muy floja.
Un espectáculo de Barcelona para reír, porque tiene momentos cómicos y momentos surrealistas muy acertados; y también un espectáculo para pensar, porque Albert Pla y Fermín Muguruza nos preguntan a nosotros, el público en platea, directamente.
Y merecen un aplauso muy, muy grande por el pequeño homenaje que hacen a Gila, justo al empezar el espectáculo. Un homenaje tierno y bien hecho, con mucha retranca. Seguro que a Gila le gustaría mucho.