Nota: 9 sobre 10
Eva i Adela als afores. En las afueras… allí es donde se han instalado Eva y Adela, huyendo de una ciudad y una sociedad con tintes orwellianos, “[les notícies] diuen que tot era bo, que tot va bé]” , donde hay una clase dirigente que lo dirige todo y después están todos los demás. “Som de les que anem directes a la bústica del Spam, tu i jo!”.Eva y Adela. Expulsadas a las afueras, han creado una especie de hogar, con un huerto, en el que se sienten más o menos seguras. Están lejos de todo. Y lo que pase allá, lejos, no les afecta. ¿O sí? Porque un hecho singular viene a romper su vida rutinaria. Un hecho que les hace replantearse su situación y sus decisiones. Hacer algo al respecto es una gran decisión… pero no hacer nada, también es decidir. “-Vols dir que arribarem a algún lloc… – Espero que sí…”
Eva y Adela intentan saber qué deben hacer y sus razonamientos son más agudos de lo que parece… hay una posible víctima a quien salvar “i si tenim el poder de salvar una vida?”… pero no saben si la víctima merece o no que la salven “depèn de la vida?”, o tal vez, eso no es relevante porque la vida de las personas tiene valor por si misma, independientemente de la persona… pero ¿y si esa persona es la que está provocando el exilio de Eva y Adela? ¿Y si a esa persona no le importara la vida de Eva y Adela? “Creuen que quan tot estigui destruït, sobreviuran”.
Eva y Adela se sienten lejos de la vida de la ciudad que queda lejos, pero la posible víctima se convierte en algo que les hace mirar de nuevo la ciudad y la sociedad que las ha dejado de lado. ¿Somos todos iguales?
Eva i Adela als afores nos muestra el mundo desde el punto de vista de las personas que no tienen nada y, por tanto, tampoco tienen nada que perder. De las personas que intentan sobrevivir en un entorno hostil que avanza inexorable hacia ellas y que las obliga a decidir. Un mundo presentado de forma extrema que no es tan diferente del nuestro. Un mundo donde los pequeños milagros se celebran con alegría y esperanza. “Ha nascut un tomàquet!”
En la Sala Beckett nos presentan un montaje que nos revuelve el estómago porque nos hace escoger. Vemos a Eva y Adela y vemos la representación de la ciudad y la sociedad y sabemos que nosotros formamos parte de uno de los dos grupos. Y, sea cual sea, nos hace sentir incómodos.
Eva y Adela als afores es un texto brillante y ágil, que no deja títere con cabeza porque, sin lanzar grandes ataques, va lanzando mordiscos a todo y a todos. Y nosotros, desde platea, recibimos unos cuantos. La dirección de Toni Casares ha sabido darle un ritmo frenético al montaje y, a pesar de las pequeñas pausas, del paso del tiempo, Eva y Adela no dejan que tengamos tiempo de asentar una idea que ya nos están lanzando otra.
El decorado, con grandes depósitos de agua que sirven de pantalla de proyección, es un huerto que parece decorado con piezas recogidas de un vertedero y colocadas estratégicamente. Eva y Adela han creado su mundo a partir de lo que los demás desechan. Dos personas desechadas en un mundo de deshechos.
Montse Germán y Rosa Renom están magníficas. Su interpretación es brillante. A pesar de que nos hacen reír, nos hacen sentir incómodos, fuera de lugar… estamos invadiendo su espacio, su huerto, amenazando su tomate recién brotado… Eva y Adela son dos personas que se han encontrado en un rincón olvidado de la ciudad y allá han creado una especie de hogar, han dejado atrás todo lo que han sido, lo que han vivido… Montse Germán y Rosa Renom transmiten ese desarraigo y, al mismo tiempo, las ganas de llegar a algún lugar y rehacerse a si mismas.
Eva i Adela als afores, en la Sala Beckett, podría ser un texto apocalíptico… pero basta con ver el mundo que tenemos alrededor para darnos cuenta que no está tan lejos de nosotros.
Eva i Adela als afores es un montaje con dos actrices impresionante.
Eva i Adela als afores es teatro que pregunta, que cuestiona, que hace pensar. Teatro que va más allá del teatro.