Nota 7 sobre 10
Con un título “necesariamente” polémico Mi Lucha, así se presenta Antonia San Juan sobre el escenario de la sala Barts del Paral·lel de Barcelona. Desde un primer momento nos deja clara su estrategia, NO es un monólogo para todos los públicos, y quien se sienta aludido o no esté de acuerdo, ya se puede marchar por donde ha venido…si se atreve.
Y es que Antonia es una fiera sobre el escenario, y no solo por su lenguaje, rozando lo soez, es su carácter y su forma de ser, que se intuyen detrás de una falsa pared de brusquedad y que deja entrever un corazón tierno e ingenuo. Y eso es precisamente lo que recibe el público, lo que ella transmite.
A través de varios sketchs, nos irá manifestando poco a poco, su universo subversivo e inconformista. Las balas se disparan a discreción y para todo el mundo: amores tóxicos, familiares indeseables, el mundo de los actores y periodistas de telebasura, así como un largo etcétera de plagas sociales y de “pecados” hipócritas. No deja títere con cabeza, mientras el público no para de reír.
Nos gustó el toque gore del tercer sketch, en el que surge la Antonia San Juan, que pudimos ver en su cortometraje de La China. Es a veces, sin embargo, difícil de seguir, debido a su verborrea imparable al estilo «metralleta», pero lo supera con su carisma y con sus tablas. Estuvo un poco flojo, a nuestro modo de ver el último sketch, en el que interpreta a su supuesta hermana gemela “poligonera”, por lo demás, se nos hizo muy amena y muy divertida.
El público se puso en pie al final, para aplaudir a una Antonia San Juan, que se nos muestra con sus defectos y virtudes, tal como es, en un sano ejercicio de soltar lo que siente a los cuatro vientos y de llegar a reírse hasta de ella misma.